lunes, mayo 09, 2011

30 años de música reunidos en simbólico recital

Rock penquista condensó clásicos generacionales en Galpón Víctor Jara

Crónica rock por Alvaro Muñoz. Fotografía cortesía de revista Rockaxis.

La fuerte vaguada costera que se apoderó de Santiago horas previas al rock dado por bandas de Concepción en el amplio Galpón Víctor Jara, la noche del viernes 06 de mayo, agregó ese compás tan sureño de frío y gris a una silente Plaza Brasil que logró despertar con el contundente recital "Noche penquista", en una nueva fecha del ciclo de conciertos "Santiago no es Chile", organizado por la Fundación Víctor Jara.

En 3 horas y 45 minutos, el escenario del Galpón Víctor Jara reunió la muestra de una cronología simbólica de 30 años del rock penquista -nombrado también como "La cuna"-, desde el incombustible Jorge "Yogui" Alvarado liderando a sus Emociones Clandestinas desde los años '80, pasando por el punk rock de Machuca con Claudio Infante y Giancarlo Canessa luciendo renovados a los bajos saturados y voces de los '90, llegando al pulcro verso en clave riff de guitarra de González y Los Asistentes que despuntaron por el 2001, y hasta los actuales sonidos de rock y blues de Julius Popper que pusieron en circulación su primer disco, el 2009.

El recital, banda por banda

Si por puntos se tratara como en el box, la velada que protagonizó el rock penquista ganó por los nocauts que dieron los emblemáticos Machuca y Emociones Clandestinas, quienes mostraron una performance limpia y con una interpretación calada que superó los desajustes de la mesa de sonido. Julius Popper, en tanto, también salió triunfador, por puntos y sin apremios. González y Los Asistentes, en esta pasada, quedó en empate, soplando casi un marcador adverso.
 
Machuca guiado por sus referentes originales:
Claudio Infante, bajo y voz (izquierda),
y Giancarlo Canessa, letras y voz (derecha).
Indiscutible es la experiencia y bríos que evidencian Infante (bajo y segunda voz) y Canessa (voz), de Machuca, quienes acoplaron a dos nuevas guitarras y batería. Por momentos, los aires del punk rock transitan por puentes melódicos marcados en riff slides que remiten a Maiden, y a digitaciones saturadas Pistols. "Mi cuarto vacío me espera", "Ella", "El patíbulo" y "Hogar dulce hogar", conmovieron al público. "Estamos terminando el último disco", adelantó Infante, tras bambalinas, antes de subir a tocar por 45 minutos.


Carátula que es parte del museo del rock penquista:
"Abajo en la costanera". Un clásico medular en letras
y sonidos, desde los '80 hasta el 2011.
Emociones Clandestinas, por su parte, dieron un show gratificante para lo que valen como estandartes del museo llamado rock penquista. Notables fueron sus versiones extendidas de "¿Es esto revolución?", "Tiempos modernos" y "Un nuevo estilo de baile", con un Alvarado cargado de energía sobre el escenario y claridad en su canto. "Buenas noches a los verdaderos penquistas... (...), a los de Lota, a los de Conce, de donde venimos", profirió el vocalista, agregando "y a los santiaguinos que nos acogieron", remató entre medio de "Radio clandestina". Estrenaron, también, una nueva canción: "Noches negras", que sigue a una suerte de sofisticación de los Emociones Clandestinas, que por una hora, triunfó con su sexteto.

Julius Popper, en 35 minutos, desenfundó sus sencillos que les permiten ir paso a paso consolidándose como la nueva camada nacida desde los suelos penquistas. Con la base de rock, arreglos blues y un marcado intertexto con estrofas tomadas desde Soda Stereo o ironías a Loco Mía, Alejandro Venegas, vocalista y letrista, es quien conduce claramente a Julius en sus presentaciones en vivo, donde entregan una preparada interpretación de su evidente primer clásico "Que la maten ya", a los que siguen con "Genoveva" y "Chicholina", donde dan luces de sus atributos instrumentales con Mauricio Santos (piano, coros), como referente.

Finalmente, González y los Asistentes, con el licenciado en francés Gonzalo Henríquez como mentor, combina las letras poéticas con las claves rock de riff de guitarra y batería (sin duda, el músico más solido del cuarteto). Puso en vivo, en 30 minutos, a su corte más exitoso "Cerrado con llave", donde tuvo su momento de peak, cuando Henríquez a buen tono y armonizado con la banda, declamó: "El mundo termina, del modo más triste". De todos modos, su repertorio quedó en deuda, dejando la sensación de estar sin rodaje o sin una continuidad de recitales en vivo.

La bruma marcó el fin

Ya cerca de las 4 de la madrugara, cuando la Plaza Brasil estaba apagada, el rock de Concepción, se encargó de cerrar el Galpón Víctor Jara. Y la bruma apareció, como si de la Plaza Acevedo se tratara. En tanto, rumbo a la Alameda caminaban decenas de penquistas tras la jornada. Poleras del Lota Schwager y Deportes Concepción se divisaban, a lo lejos.